Protocolos de agresión, ¿cómo actuar?
En el sector sanitario, al igual que ocurre en otras profesiones, existe un protocolo de agresión para garantizar la integridad física de los profesionales. Incluso, se han implementado planes de Prevención y Atención en Agresiones a los Profesionales para protegerlos en situación de violencia. El objetivo principal es fomentar una cultura preventiva de seguridad y adoptar las medidas necesarias.
Tanto en los hospitales como en los centros sanitarios se producen situaciones de violencia física y verbal contra el personal sanitario. Este es un problema que empieza a preocupar, porque se ha notado una mayor incidencia. Así se desprende de los estudios realizados por varias organizaciones, competentes en esta materia, como el Consejo General de Enfermería (CGE).
Para saber qué medidas implementar y cómo actuar, lo mejor es comenzar por concienciar sobre este problema. Para empezar, será necesario desarrollar un plan eficaz y difundir las buenas prácticas. Una buena formación profesional es clave para identificar cómo se pueden presentar estas amenazas. Sin embargo, el día a día nos ofrece, en algunos casos, episodios más escalofriantes.
Tipos de protocolos de agresión
El 14 de marzo, la Organización Médica Colegial (OMC) conmemora el Día Nacional contra las Agresiones en el Ámbito Sanitario. Esta fecha pretende sensibilizar a los profesionales sanitarios, Administración Pública y ciudadanía, en general, sobre este grave problema. Sin embargo, el concepto violencia es muy amplio, por lo que abarca la agresión física y psicológica.
La mayoría de los sanitarios agredidos son mujeres (73 %) según los informes. Además, la categoría más afectada es la enfermería y el personal facultativo. Por otro lado, el índice de agresiones no físicas es del 81 % frente al 19 %, que corresponde a conductas violentas físicas. En cuanto al perfil del agresor, en la mayoría de los casos, se trata del propio paciente (69%) o familias y acompañantes (31 %).
Hay una serie de conductas intimidatorias, amenazas y comunicaciones verbales que tienen efectos negativos en el profesional. Puede generar un riesgo psicosocial y un estrés, que llegue a inhabilitar a la persona. Esto afecta a su productividad y al buen desempeño laboral. Asimismo, este tipo de violencia también degrada el ambiente de trabajo.
Hay diferentes tipos de agresiones en función de su naturaleza. Puede ser directa, física, verbal, indirecta, relacional, sexual, cibernética, etc. Lo más importante es saber cómo actuar, cuándo se producen, por lo que vamos a explicar el protocolo ante la violencia física, verbal y sexual.
Protocolo de agresión en un centro sanitario
En primer lugar, hay que anticiparse y ser observador ante las posturas, comportamientos hostiles, el tipo de tono o la tensión muscular de la persona agresora. Todos estos indicadores nos podrán en alerta.
- Si se producen insultos, amenazas, coacciones, ataques físicos, será necesario identificar los motivos.
- El profesional tiene que mantener la tranquilidad y no perder el control.
- Con una actitud calmada tiene que invitar a la persona a que abandone el recinto.
- Si esto no fuera posible, tendría que usar las alarmas para buscar el auxilio de otros compañeros.
- Si la situación se pone difícil, hay que ponerse en contacto con la policía o la Guardia Civil.
- Por último, si se producen lesiones físicas, será necesario pedir el parte y comunicar el incidente al departamento correspondiente.
En definitiva, cualquier alumno que haga un curso de auxiliar enfermería online tiene que saber que en su profesión se pueden dar estas circunstancias. Si sabe cómo actuar, podrá salir airoso de cualquier situación, por grave que parezca.
Protocolo de agresión sexual
En el caso de que se atienda a una víctima, que haya sido agredida sexualmente, lo recomendable es que se proceda con mucho respeto. La OMS se ha pronunciado al respecto y lo define como un problema de salud pública y violencia de los derechos humanos. En estos casos, habría que aplicar las indicaciones del protocolo de agresión sexual.
- Garantizar una atención integral eficaz.
- Respetar la intimidad atendiendo las circunstancias que rodean a la víctima
- Prestar el apoyo necesario.
- Facilitar la labor policial y judicial para recabar pruebas.
- Derivar el procedimiento a los centros correspondientes que tratan este tipo de violencia.
En conclusión, los efectos de la violencia en el trabajo sanitario son igual de negativos para los profesionales como para la institución que representan. Este tipo de problema tiene graves consecuencias a nivel físico y psicológico, por lo que un trabajador agredido puede presentar cuadros de malestar, depresión, incluso, fobias. Esto dependerá principalmente del grado de vulnerabilidad de la persona, por este motivo, los protocolos de agresión son una herramienta clave para combatir estas agresiones.